sábado, 12 de noviembre de 2011

Los problemas y los chicles

zapato con chiclet

A veces nos suceden cosas que consideramos desagradables y que de alguna manera, revolotean en nuestro pensamiento haciéndonos reflexionar. Eso es necesario, porque de la reflexión nacen los cambios de actitud así como el aprendizaje que nos permite detectar los posibles problemas en futuras oportunidades, ayudándonos a tomar mejores decisiones y a esquivar esos contratiempos antes de que ellos nos afecten.

Cuando el problema ya ha sucedido, lo mejor que podemos hacer, es evaluar, aprender y avanzar. Pero a veces soltar las emociones, se nos hace un poco complejo, especialmente si sentimos culpa o remordimiento. Y en esos casos, vale saber que los problemas son como los chicles ("gomas de mascar"): Vamos caminando, quizá no lo vemos, pisamos y notamos que se ha pegado o adherido a la suela de nuestros zapatos.

Y damos pasos pero el chicle está allí y se pega a todo, se ensucia más de lo que podamos creer, nos dificulta caminar y hasta nos llena de cierta vergüenza porque "puede verse", se nota. Lo peor es que tratamos de quitarlo con cierto disimulo y es muchas veces peor porque se va haciendo obscuro al rozarlo contra el piso y por ende más notorio.

¿Qué hacemos en estos casos?: Lo primero, queramos o no, es quitar el zapato, voltearlo, verlo de frente. Lo evaluamos....  Y ahora tenemos dos opciones: O botamos el zapato o le quitamos el chicle y continuamos el paso. Y es obvio que la segunda opción es la realista. Retiramos el chicle, es decir, retiramos esas culpas, esos miedos, esas ideas que nos molestan y sobre todo, eliminamos el problema, pero de forma contundente. Y nos dedicamos a continuar. Y en general, estaremos mucho más pendientes de ver dónde pisamos para evitar que nos vuelva a suceder pero si secude, ya no titubearemos, simplemente nos sentaremos un instante, retiraremos el chicle y seguiremos el camino.

A los problemas hay que verlos como un chicle y retirarlos en forma definitiva, sin darle largas y sin tanto disimulo. Si algo nos molesta, lo evaluamos y soltamos. Si una persona se nos hace desagradable, la apartamos y si no la podemos apartar totalmente, entonces apartamos la situación que nos hace percibirle como problema (por ejemplo, ¿una mala relación amorosa con alguien a quien no podemos sacar de nuestras vidas porque su rol en ellas debe continuar, por ejemplo, porque se tienen hijos en común?  En ese caso no podemos eliminar a la persona de nuestro entorno pero si podemos separarnos, culminar la relación de pareja)

Hace mucho alguien me dijo algo y yo lo pongo en práctica con la mayor frialdad posible: "Si a un  problema le quitas las emociones, deja de ser un problema" esto significa que hay que dejar de impregnar de sentimientos de culpa, rabia, dolor, amor o tristeza los problemas. Cuando lo hacemos, estamos despegando el chicle. Ya de esa manera, podemos dedicarnos a continuar. Y cabe decir que posiblemente el zapato quedará algo sucio por un tiempo, pero sin el chicle, es solo cuestión de tiempo para que el zapato en su roce diario con el piso, deje de estar pegajoso al andar....