Tristemente, no siempre las relaciones que tenemos en nuestras vidas, son las que hemos soñado. A veces el orgullo, el egoísmo, los celos o el irrespeto al nivel normal de individualidad, se convierten en obstáculos que son cada vez más insondeables. Y no queda otra opción, que encender las alertas (si, una vez más) que nos permitan detectar estas señales que seguramente solo traerán dolor y decepción a menos que les pongamos un freno a tiempo.
Señales de Alerta
Son muchas las cosas que pueden encender nuestros niveles de alerta. Y entre esas, están especialmente las siguientes:
- Egoísmo
- Celopatía
- Manipulación de hechos y sentimientos
- Chantaje emocional
- Gritos
- Ofensas
- Defraudar la confianza y confidencialidad
- Agresividad
- Mentiras
- Orgullo
- Sentir que hemos entregado mucho sin recibir lo que esperábamos
Estas actitudes o situaciones, no solo deben ser observadas con ojo crítico sino que deben ser manejadas con criterio de urgencia. Con realismo aunque duelan, porque pueden generar situaciones no solo dolorosas sino muy problemáticas.
¿Hay solución?
Si, muchas veces la hay. La solución, consabida en si misma, es hablar, conversar, comunicarse. Sin embargo, sabemos que no siempre es posible, porque para que exista una verdadera comunicación de pareja, es necesario que ambos estén dispuestos a respetar la integridad, confianza, privacidad e individualidad de cada quien. Por ello, afirmamos que una relación requiere bidireccionalidad... No se puede pensar unilateralmente ni tomar a la ligera comentarios o acciones hirientes para luego suponer que a la otra persona se le olvidará en un segundo una discusión o una ofensa.
Tomar decisiones
A veces, tratamos con todas nuestras fuerzas de mejorar lo que vivimos, de mejorar la relación: Damos incluso pasos que no queríamos dar o cedemos en cosas que se nos hacen muy difíciles con tal de mejorar las cosas… pero aún así, persisten las actitudes negativas de la pareja. Bien porque esa persona no quiere comprender o porque no ha aprendido a respetar la relación. Son muchos los casos en los que estas cosas suceden simplemente porque esta persona no sabe actuar de otra manera. Pero no podemos ser maestros (o al menos, no de por vida) ni podemos ser el objeto de la rabia de quien se supone sea nuestra "media naranja".
Ni siquiera podemos darnos el permiso de sufrir o de pagar por cosas que no hemos hecho. Lo que estas personas reflejan, no suele ser el odio hacia nosotros sino a sus anteriores relaciones. Pero no es nuestra culpa ni nuestra responsabilidad el arreglar esas viejas heridas. Podemos intentar ayudar pero llega un momento en el cual ya no se trata de ayudas sino de ira reflejada... Eso es algo que no podemos (y seguramente no queremos) asumir o aceptar en nuestras vidas.
Si habiendo intentado mejorar las cosas, la relación sigue manteniendo nuestras alertas encendidas, es hora de tomar decisiones. Puede sonar duro y posiblemente lo sea, pero más duro sería condenar nuestra vida y nuestra felicidad a cambio de lágrimas.
Quizá haya llegado el momento de preguntarse si realmente es esa persona lo que queremos tener y si esta persona puede realmente llenar nuestra alma de paz y de amor. Solo hay que ser honestos: No se puede dar lo que no se tiene en el corazón.