A veces hacemos cosas con las cuales no nos sentimos totalmente bien. Muchas veces, no es lo hecho o el "qué" sino el "cómo" lo hicimos. Nuestro lado crítico se activa y genera una alerta y por ende una autocrítica.
Es difícil evitar esa auto evaluación si habíamos trazado un camino y unas metas al final de éste y nos desviamos, incluso si terminamos haciendo lo que deseábamos hacer y solo hemos desviado el "cómo" hacerlo.
Quizá no hay fórmulas mágicas para convencernos de la intención o de la calidad de los resultados. La forma como actuamos define el cómo nos sentimos y esto es indudable y necesario porque nos hace reflexionar sobre nuestra manera de proceder.
Lo crítico viene realmente al entender, que de la manera en la cual procedemos, dependen infinitamente los resultados que se obtienen, incluso si son los resultados esperados, no siempre tendrán el mismo matiz... y eso, es lo más difícil de aceptar.
Creo que a muchos nos sucede: En nuestra mente dibujamos todo un esquema, perfecto por demás. Pero no siempre la supuesta perfección es posible, ni siquiera aceptable. Simplemente son esquemas, casi fantasías. La realidad, suele distar de ello sin importar si es mejor o no. Simplemente suele ser diferente.
No hay mucho que decir (o quizá demasiado). Simplemente se trata de 
entender que la vida da muchas vueltas, que los planes no siempre se siguen al pie de la letra, que los resultados pueden llegar de muchas maneras sin depender al cien por ciento de una planificación predefinida y que siempre cuenta el cómo nos sentimos con nuestras acciones...
Mi abuelo siempre decía que uno debía acostarse con la conciencia tranquila, para poder dormirse bien. Me pregunto qué sucede cuando eso ya no es posible... y eso, es el punto de partida para muchas vertientes de nuestro destino.
